LA EDAD DE LAS RAMERAS, EN LA IGLESIA CATÓLICA ROMANA.



UN RESUMEN HISTORICO

La historia de la Iglesia Católica está llena de truculencias y actos de una extrema gravedad, impropia de los que se autocalifican de Cristo o de Pedro, cuando en realidad son sucesores de un sacerdocio pagano. 

Muchos de los papas eran tan depravados en sus acciones que los que no profesaban ninguna religión ni creencia, se avergonzaban de ellos. Pecados como el adulterio, la sodomía, la violación, el asesinato y el abuso extremo del alcohol, han sido cometidos por muchos papas a través de la historia. 

Curiosamente, ninguno de los papas del último siglo y medio, desde León XII hasta el actual, Benedicto XVI, repito, ninguno, jamás ha manifestado el más mínimo reproche a esas sórdidas historias que están grabadas en los libros con letras escritas con escarnio y vergüenza. 

Soy consciente de que atribuirles esta clase de pecados (para los que crean en el pecado) a quienes se autoproclaman como los «Santos Padres», los «Vicarios de Cristo» o el «obispo de obispos», será alarmante para algunos de los lectores, pero para los estudiosos de la historia del papado, es una realidad que muchos descendientes de Pedro han sido de todo, menos hombres santos. 

El papa Sergio III, que reinó del 904 al 911, obtuvo la oficina papal por medio del asesinato. Los anales de la Iglesia de Roma hablan sobre su vida en pecado con Marozia, una conocida prostituta de esa época, quien le engendró varios hijos ilegítimos. Este papa fue descrito por Baronio y otros escritores eclesiásticos como un «monstruo» y por Gregorio como un «criminal aterrorizante». Dice un historiador: «Por espacio de siete años este hombre ocupó la silla de san Pedro, mientras que su concubina, imitando a Semíramis madre, reinaba en la corte con tanta pompa y lujuria, que traía a la mente los peores días del viejo Imperio». Refiriéndose a otra, dice: «Esta mujer -Teodora de nombre-, junto con Marozia, la prostituta del Papa, llenaron la silla papal con sus hijos bastardos y convirtieron su palacio en un laberinto de ladrones». 

Y así, comenzando con el reino del papa Sergio, vino el período (904-963), conocido como «el reinado papal de los fornicarios».

Teodora hizo papa a Juan X (914-928). Este había sido enviado a Ravena como arzobispo, pero para satisfacer sus deseos carnales, lo hizo volver a Roma y lo hizo nombrar papa. Su reinado tuvo un fin súbito, cuando Marozia lo asesinó. 
 
Marozia quería deshacerse de Juan X para, de esta manera, poder llevar a León IV (928-929), al oficio papal. Su reinado fue muy breve, pues éste también fue asesinado por Marozia cuando ella se enteró de que este había entregado su cuerpo a una mujer más descarada que ella. 

Poco después llevó a su propio hijo ilegítimo (de Sergio III) al trono papal. ¡El muchacho era todavía un adolescente! Tomó el nombre de Juan XI. Pero durante un altercado con los enemigos de su madre fue azotado y puesto en prisión, donde lo envenenaron y murió. 

En el año 955 el nieto de la prostituta -después de varios encuentros sangrientos- pudo tomar posesión del trono pontificio bajo el nombre de Juan XII. Llegó a ser tan corrompido que los cardenales se vieron obligados a hacer cargos contra él. Este rehusó a presentarse para contestar a las acusaciones y en vez de esto, ¡los amenazó con excomulgarlos a todos! Aun así le hallaron culpable de varios crímenes y pecados, ihizo prender fuego a varios edificios. Tan viles fueron sus acciones, que incluso el notable obispo católico romano de Cremorne, Luitprand, dijo de él: «Ninguna mujer honesta se atrevía a salir en público, porque el papa Juan no tenía respeto a mujeres solteras, casadas o viudas, puesto que él faltaba al respeto aun a las tumbas de los santos apóstoles, Pedro y Pablo». Levantó la ira del pueblo al convertir el Palacio Laterano en «una casa de prostitución pública» y fue descrito por el Liber Pontificalis con las siguientes palabras: «Pasó toda su vida en adulterio». Finalmente, su vida terminó mientras cometía adulterio: el furioso esposo de la mujer con las que copulaba, lo mató. 

El papa Bonifacio VII (984-985) mantuvo su posición a través de cuantiosas distribuciones de dinero robado. El obispo de Orleans se refirió a él (y también a Juan XII y León VIII), como «monstruos de culpabilidad, llenos de sangre y suciedad», y como «Anticristos sentados en el templo de Dios». Además, Bonifacio fue un asesino. Hizo que el papa Juan XIV fuera encarcelado y envenenado. Cuando el papa Juan murió, el pueblo romano arrastró su cuerpo desnudo por las calles. La sangrienta masa de carne humana que había sido un papa, fue dejada a los perros. A la mañana siguiente, sin embargo, algunos sacerdotes lo enterraron secretamente. Bonifacio asesinó al papa Benedicto VI estrangulándolo. El papa Silvestre II lo llamó «un horrendo monstruo que sobrepasó a todo mortal en su maldad». 
Enseguida, vino el papa Juan XV (985-996) quien dividió las finanzas de la Iglesia entre sus familiares, lo que le trajo la reputación de ser «codicioso, de torpes ganancias y corrompido en todas sus acciones». 

Benedicto VIII (1012-1024) «compró el oficio de papa por medio de chantaje». El siguiente papa, Juan XIX (1024-1033), también compró el papado y pasó por toda la escala de títulos eclesiásticos reconocidos, en un solo día. Después de esto, Benedicto IX (1033-1045) fue elegido papa, siendo apenas un niño de 14 años, por medio de arreglos monetarios con las poderosas familias que manejaban a Roma. Este papa-niño creció en la maldad y «cometió homicidios y adulterios en pleno día; hizo robar a peregrinos en las catacumbas de los mártires». Fue un horrendo criminal a quien el pueblo desterró de Roma.

Finalmente, la compra y venta del cargo papal se hizo tan común y la corrupción tan pronunciada que los gobernantes seculares tuvieron que intervenir en el nombramiento de los papas. Enrique III, emperador de Alemania, eligió a Clemente II (1046- 1047), que era un clérigo alejado de la corte papal porque «ningún sacerdote romano pudo ser hallado limpio de corrupción de simonía y de fornicación», declaró un historiador. 

Muchos de los papas fueron asesinos, pero sin duda alguna Inocencio III (1194-1216) sobrepasó a todos sus predecesores en homicidios. Durante su reinado, Inocencio (el cual era todo menos «inocente»), hizo asesinar a más de cien mil supuestos «herejes». El promovió la más infame y diabólica acción en la historia de la humanidad: la Inquisición. Por espacio de más de 500 años, los papas usaron la Inquisición para poder mantener el poder. No se tiene constancia del número de personas inocentes fueron asesinadas al no estar de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia Católica Romana. 

El papa Bonifacio VIII (1294-1303) -otro de la negra lista medieval- practicó la brujería y fue un homicida y un pervertido sexual. Oficialmente dijo lo siguiente: «El darse placer a uno mismo, con mujeres o con niños, es tanto pecado como frotarse las manos». Y -aunque parezca imposible- él fue quien escribió la bula Unam Sanctum, en la cual declaró oficialmente que la Iglesia Católica es la única y «verdadera» Iglesia, ¡fuera de la cual nadie puede salvarse! Fue este papa tan inmoral quien declaró oficialmente: «Nosotros afirmamos y declaramos definitivamente que es necesario para la salvación, que todo ser humano sea sujeto al pontífice de Roma». 

Fue durante el reinado de este papa, cuando Dante visitó Roma. Describió el Vaticano como el «alcantarillado de la corrupción», y puso a Bonifacio (junto con los papas Nicolás III y Clemente V) en «las profundidades del infierno». 

En el Concilio de Constanza, tres papas y algunas veces cuatro, se insultaban todas las mañanas, acusándose los unos a los otros de anticristos, demonios, adúlteros, sodomitas, enemigos de Dios y del hombre. Uno de estos «papas», Juan XXII (1410- 1415), compareció ante el Concilio para dar cuenta de su conducta. «Fue acusado por 37 testigos (obispos y sacerdotes, en su mayoría) de fornicación, adulterio, incesto, sodomía, hurto y homicidio» Y se probó con una legión de testigos que había seducido y violado a 300 monjas. Su propia secretaria, Niem, dijo que en Bolonia mantenía un harén donde no menos de doscientas muchachas habían sido víctimas de su lujuria. Por todo ello el Concilio lo halló culpable de 54 crímenes de la peor categoría; le depuso del papado, y, para no verse condenado a lo que se merecía, el indigno papa optó por huir. 

El registro oficial del Vaticano ofrece de este hombre esta información sobre su inmoral reinado: «Su señoría, papa Juan, cometió perversidad con la esposa de su hermano, incesto con santas monjas, tuvo relaciones sexuales con vírgenes, adulterio con casadas y toda clase de crímenes sexuales... entregado completamente a dormir y a otros deseos carnales, totalmente adverso a la vida y enseñanzas de Cristo... Fue llamado públicamente el Diablo encarnado». Para aumentar su fortuna, el papa Juan puso impuestos a todo, incluyendo la prostitución, el juego y la usura. Se le ha llamado con frecuencia «el más depravado criminal que se haya sentado en el trono papal». 

Del papa Pío II (1458-1464) se dice que fue el padre de muchos hijos ilegítimos. «Hablaba en público sobre los métodos que usaba para seducir a las mujeres, aconsejaba a los jóvenes y hasta ofrecía instruirlos en métodos de autoindulgencia». Pío fue seguido de Pablo II (1464-1471), quien mantenía una casa llena de concubinas. Su tiara papal estaba tan cuajada de joyas, que sobrepasaba el valor de un palacio. 

Vino después el papa Sixto IV (1471-1484); éste tuvo dos hijos ilegítimos de su manceba Teresa a los cuales hizo cardenales. Financió sus guerras vendiendo posiciones eclesiásticas al más alto postor, y «usó el papado para enriquecerse él y sus familiares. Hizo cardenales a ocho de sus sobrinos, aunque algunos de ellos siendo aún niños. En cuanto al lujo y extravagancias, rivalizó con los césares. El y sus familiares sobrepasaron a las antiguas familias romanas tanto en riquezas como en pompa». 

Vino más tarde Rodrigo Borgia, quien tomó el nombre de Alejandro VI (1492- 1503) Y ganó su elección al papado mediante chantajes con los cardenales, práctica común en aquellos días. Antes de ser papa, cuando aún era cardenal y arzobispo, vivió en pecado con una mujer llamada Vanozza dei Catanei y después con la hija de ésta, Rosa, con la cual tuvo cinco hijos. En el día de su coronación nombró a su hijo -joven de temperamento y hábitos viles- como arzobispo de Valencia. Vivió en incesto público con sus dos hermanas y con su propia hija y era el padre y amante de su hija Lucrecia, de quien se dice tuvo un hijo. El 31 de octubre de 1501 realizó una orgía sexual en el Vaticano, que no ha tenido parangón alguno en los anales históricos de la humanidad. 

El papa León X (1513-1521) fue elegido para 27 oficios diferentes clericales antes de tener 13 años de edad. Fue enseñado a considerar los cargos eclesiásticos sólo como un medio de ganancia. Con su producto compró el cargo y declaró que el quemar a herejes era una orden divina. 

A lo largo de la historia los papas corruptos siguieron sentándose en el trono del Vaticano hasta nuestros días. Pero podemos citar a uno reciente: Pío XII reinó como papa nro. 260 desde 1936 hasta 1958. Estuvo íntimamente ligado a la Alemania Nazi y su liderazgo al frente de la Iglesia católica durante la Segunda Guerra Mundial permanece como una de las materias históricas más controvertidas de la época moderna, principalmente en lo que respecta a la evaluación de sus acciones y de su conocimiento sobre los crímenes del régimen nazi en Europa durante dicho periodo. 

Bibliografía: estos son los libros y documentos de donde se extrajo este resumen: 

-"El sacerdote, la mujer y el confesionario". Rev. Charles Chiniquy, pags. 138, 139. 
-"Italia medieval", H.B. Cotterill, págs. 331, 336, 349, 392 
-Manual Bíblico de Halley, pág. 774, 775, 778, 779, 688, 
-Patrologine Latinae, Jacques Paul Migne, tomo 136, pág. 900; tomo 2, pág 246. 
-El otro lado de Roma, John P. Wilder, págs. 114, 115. 
-Enciclopedia Católica, edición 1913. 
-Sacrorum Conciliorum, John Mansi, tomo 19, pág 132; tomo 14, pág 372; tomo 27, pág 663. 
-Liber Pontificalis, tomo 2, pág 246 
-Annali d´Italia, Louis A. Muratori, tomo 5, pág 498. 
-Historia de los Concilios de la Iglesia, tomo 40, art. 697. 
-Historia de la Civiliazación, Will Durant, tomo 6, pág 10, 13, 332 
-Historia de la Reforma, J. H. Merle d´ Aubigne, pág 11, 56, 59 
-Diarium, tomo 3, pág 167 
-Revista Life, 5 julio 1963. 
-Ecumenismo y Romanismo, Peter J. Doeswyck, pág 59, 60 
-Historia de los Papas, Bowers, tomo 1, págs 128, 226, 1338 

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