ESTUDIO BIBLICO
Texto Bíblico: SALMO
143:10
INTRODUCCION:
Súplica individual,
compuesta en su mayor parte con frases tomadas de otros salmos. El resultado es
una bella oración, animada de un profundo sentimiento religioso. Este es uno de
los siete salmos llamados de arrepentimiento (Sal 6; 32; 38; 51; 102; 130).
David estaba
perdiendo la esperanza, lo atrapaba un temor paralizante y una profunda
depresión. Su propio hijo Absalón estaba en rebelión contra él, por lo cual
perdió su vida (2S 15).
Con frecuencia nos
hacemos preguntas como estas:
·
Se me presenta la oportunidad de obtener un
nuevo empleo. ¿Debo aceptarlo o no?
·
Hay una persona que me atrae poderosamente.
Ambos estamos recíprocamente enamorados. ¿Es voluntad de Dios que me case con
ella?
·
La relación con mis padres se ha hecho tensa,
prácticamente insoportable. ¿Debo abandonar la casa paterna y vivir mi propia
vida?
Son interrogantes que implícitamente llevan la
pregunta: ¿Cómo conocer y hacer la voluntad de Dios?. Para el Señor Jesucristo
la sumisión a la voluntad del Padre era tan vital como el alimento para el
cuerpo (Jn. 4:32, 34; Jn. 5:30).
Juan 4:32 El
les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis.
Juan 4:34
Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y
que acabe su obra.
Este versículo es una preciosa oración para el
tiempo de la duda y de la tentación.
I.
«Enséñame». Esta
palabra revela tres cosas:
a.
Un acto de humildad y sumisión a Dios.
b.
Somos muy ignorantes en las cosas de Dios.
c.
Sólo de él viene la verdadera sabiduría (Stg.
1.5 Y si alguno de vosotros tiene falta
de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche,
y le será dada)
II.
«A hacer»: estas dos
palabras también revelan tres cosas:
a.
No basta «oír» y «entender» la voluntad de Dios.
b.
No basta «querer hacer» la voluntad de Dios.
c.
Necesitamos que el mismo Dios nos enseñe a hacer
su Santa voluntad.
III.
«Tu voluntad»: yo veo
tres cosas reveladas aquí:
a.
Somos propensos a hacer nuestra propia voluntad.
b.
Obedecemos a los hombres creyendo obedecer a
Dios.
c.
Hay que «hacer» la voluntad de Dios.
IV.
«Porque Tú eres mi Dios»
(Is. 41:10 No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu
Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra
de mi justicia). En esta declaración podemos entender:
a.
Sólo a Dios debemos dirigir las plegarias.
b.
Sólo de Dios
debemos recibir instrucción.
c.
El mismo Dios nos autoriza a pedirla (Stg. 1:5 Y
si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a
todos abundantemente y sin reproche, y le será dada).
V.
«Tu buen espíritu me guíe»:
Quienes tienen al Señor como Dios, tienen su Espíritu como Guiador; son guiados
por el Espíritu a hacer la voluntad de Dios. Esto nos enseña:
a.
No basta conocer la voluntad de Dios.
b.
Hacer la voluntad de Dios conlleva ser guiados
por el Espíritu Santo.
c.
Necesitamos la
constante dirección del Espíritu Santo.
VI.
«A tierra de rectitud»:
esto nos muestras
a.
No todos los «caminos» son «de rectitud».
b.
Hay «caminos» que «llevan a perdición». (Prov
14:12 Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de
muerte).
c.
El verdadero camino es Cristo (Jn. 14:6).
VII.
Nuestro modelo es Cristo:
a.
Cristo oraba a Dios el Padre.
b.
Cristo enseñaba a hacer la voluntad de Dios.
c.
Cristo hacia la
voluntad de Dios (Jn. 5:30 No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así
juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del
que me envió, la del Padre).
CONCLUSIÓN:
Recordemos Mat 6:10:
“Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”.
En esta cuarta petición el Señor nos enseña que "Así rogamos que las leyes
de Dios sean obedecidas por los hombres
con tanta perfección, prontitud y constancia, como lo son por los ángeles en el
cielo; que los que no las obedecen ahora,
sean de tal manera instruidos que aprendan á cumplirlas; y que los que
las cumplan, aprendan á cumplirlas mejor. La verdadera felicidad consiste en
la sujeción á la voluntad de Dios, y es
un acto de la más profunda caridad el orar que toda la humanidad conozca esa
voluntad á fin de que la obedezca y se
someta á ella.
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